Last year, I took part in my first WAYEB in Guatemala, a deeply transformative experience where my gifts were revealed to me by Grandfather Fire, the Grandmothers, and the Spirit of Cacao. These sacred energies came to me in a vision while I was offering prayers inside a cave—an ancient portal at Lake Atitlán. From that moment on, I knew I had received their blessing and permission to share their medicine with the world.

This powerful encounter awakened a deep sense of purpose within me. I understood that my soul had been chosen through my lineage to remember, reconnect, and serve through my gifts as a healer.

Deepening with Ancestral Wisdom

Although my first meeting with these energies was deeply spiritual and direct, I believe it is essential to receive further wisdom from timekeepers and official Ajq’ij elders—guardians of ancestral truth and light.

I have been waiting for an opportunity to connect with a training that would expand my understanding and help guide me fully into this sacred calling. I feel ready now—wholeheartedly and humbly—to walk this path in alignment with my mission and vision. I have spent years preparing physically, emotionally, and energetically outside of my homeland to be open and ready to receive this opportunity.

A Life of Devotion: Becoming a Bridge Between Worlds

I walk daily with holistic and spiritual practices. I offer prayers to Grandfather Fire at my altar, connect with plant medicines like cacao, and tune into the spirits of the lands I visit. I always ask the Great Spirit for permission before I move forward in any part of my life.

These practices have grounded and guided me through many inner transformations. I now seek to integrate more ancestral teachings, so I can walk with greater wisdom and share with integrity the seeds of consciousness passed down by our elders.

My Soul Mission

This path becomes clearer every day. Throughout this incarnation, life has continuously brought me back to one purpose: to serve with love, humility, and peace.

I have chosen to be a bridge between the cosmos and Mother Earth. For years, I could not fully hear this calling, distracted by external noise, responsibilities, and survival. But now I recognize that every experience I have lived has shaped me, prepared me, and forged the resilience I needed to embrace my life’s mission.

I am dedicated to supporting the spiritual awakening of others, to healing with sacred plants, to guiding ceremonies with fire, and to helping people reconnect with the elements and sacred directions of our Earth. This is why I incarnated into this lineage—a lineage I carry with deep reverence and responsibility.

If my teachers and elders feel I am ready, and grant me permission to be trained as a Spiritual Guide, I will continue to offer my prayers, medicine, and service for the healing of my life, my family, and all the beings I may cross paths with on this journey.

Thank you for reading my message and holding space for the intention that lives within my heart.

Aceptando el llamado de mi alma y espíritu

El año pasado participé en mi primer WAYEB en Guatemala, una experiencia profundamente transformadora que marcó el inicio de un nuevo capítulo en mi vida espiritual. Durante este tiempo sagrado, el Abuelo Fuego, las Abuelas y el Espíritu del Cacao se revelaron en una de mis visiones mientras ofrendaba y rezaba en una cueva sagrada junto al Lago Atitlán. En ese momento supe con claridad que me habían entregado su bendición y permiso para compartir su medicina con respeto y devoción.

Esa experiencia abrió mi visión y propósito de vida, recordándome el porqué fui elegida en mi linaje para reconectar con mis dones como sanadora. Desde entonces, he sentido una responsabilidad más profunda de honrar este llamado y de seguir los pasos necesarios para caminar con sabiduría, humildad y compromiso.

Conectar con conocimientos ancestrales, recibir la guía de maestros espirituales y trabajar con un Ajq’ij (guía del tiempo maya) oficial, representa para mí un paso esencial en este proceso. Aunque mi primer contacto fue espiritual y muy profundo, también valoro el aprendizaje formal y la transmisión directa de sabiduría viva de quienes han caminado este camino antes que yo.

Durante años he esperado una oportunidad auténtica para seguir formándome de manera remota, expandiendo mis conocimientos y alineando cada aspecto de mi vida con esta misión. Me he preparado física, energética y espiritualmente durante mucho tiempo, incluso lejos de mi tierra, para este momento. Hoy, estoy lista para recibir esta oportunidad con un corazón abierto, humilde y comprometido.

Sigo mis prácticas diariamente, tanto espirituales como holísticas. Ofrendo al abuelo fuego en mi altar, trabajo con la medicina del cacao, me conecto con los espíritus de la tierra allá donde viajo y pido permiso al Gran Espíritu antes de cada paso. Esta conexión diaria sostiene mi camino y me ayuda a expandir semillas de conciencia en cada ser que toca mi medicina.

Este llamado se vuelve más claro cada día. A lo largo de mi vida, diferentes experiencias me han devuelto constantemente a este mismo lugar: el del servicio. He aprendido que mi propósito es ser un puente entre el cosmos y la Madre Tierra. Por muchos años, ese llamado fue silenciado por el ruido de las responsabilidades externas. Pero hoy reconozco que todas esas vivencias fueron necesarias para forjar la resiliencia que me permite sostener este camino con integridad.

Dedicar mi vida al despertar espiritual de otros, acompañar procesos con plantas sagradas, conectar a las personas con el fuego ceremonial y con los elementos de la Madre Tierra, es el legado que mi alma ha venido a cumplir en este linaje que tanto honro. Si mis maestros y guías me conceden su permiso para seguir formándome como Guía Espiritual, confío en que mis rezos, ofrendas y sanación no solo traerán transformación a mi vida y a la de mis seres queridos, sino también a todas las almas que crucen mi camino.

Gracias, queridos hermanos y hermanas, por leer mi mensaje y acompañarme en esta intención de servicio y despertar colectivo.